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jueves, 18 de abril de 2013

Las palabras y las imágenes - Elida Farini


(Córdoba/Argentina) Elida Farini     

Sin ánimo de polemizar e intentando solamente considerar un paralelismo entre lo que representan las palabras frente a las imágenes y viceversa, es destacable expresar que, generalmente, estas últimas pueden refutar cualquier información sobre las primeras. Hay palabras sin embargo, que con sólo pronunciarlas nos ubican en un universo indescriptible de figuras que difícilmente, podrían ser representadas por las imágenes. ¿Podemos sentimos sumergidos en una hondura de agua con la sola mención de la palabra “océano”, inundándonos con la belleza de sus azules indescriptibles, la maravilla de su fauna siempre en movimiento, con sus corales, su flora de colores cambiantes, con la oscuridad de sus abismos y la noche de sus profundidades?Con seguridad aquí  el juego de la imaginación también ocupa un espacio destacado.  Y si decimos “Cristo”, qué simbolismo de dolor y muerte nos atropella, despertando una angustia de dolorosa interpretación que va más allá de las emociones y de  los sentimientos, y que a veces no es posible siquiera que se manifiesten en las obras de los más grandes pintores de todos los tiempos. Ver las pinturas de los artistas religiosos y de los clásicos, con sus innumerables escenas bíblicas, es encontrar la maravilla de sus creaciones, que aportan no sólo su genio creador, sino también el uso de un oficio desarrollado por siglos, encaramándose en la armonía y belleza de sus colores, en la dolorosa expresión de los rostros, nos hace descubrir que todo ese conjunto, forma parte también de la interpretación que cada ser humano pueda despertar en su propio espíritu. Si observando la espectacularidad de una noche estrellada,  nos acosa la palabra universo, ¡qué designio de figuras incandescentes pueden llegar a crecer en la inmensidad de nuestra mente! Indudablemente,  las palabras, con la sola mención de su nombre nos envuelven en la sublime comprensión de sus voces. Decir madre, Dios, tierra, amor, belleza…es rendir tributo a la imaginación y a los sentimientos, que se despliegan como un gran abanico que solo es capaz de ser traducido por aquellos que llegan a sentir la emoción de sus voces en la interioridad de su ser.Dice Borges, como Crátilo, que todo el Nilo, cabe en la palabra Nilo. Y es verdad, si así lo imaginamos. Las imágenes, por muy detalladas que sean pueden limitarnos a ellas, a sus propias figuras y paisajes, pero si hacemos funcionar nuestros pensamientos, nuestros conocimientos, el sentir que cada una puede despertar en nuestros corazones, también llegan a expresar un sin fin de interpretaciones. Sólo aquellos que no ponen en movimiento esas cualidades, pueden sentirse limitados por lo que  ven con los ojos y no con el espíritu. ¿De qué manera se representan las palabras abstractas, tales como amor, dolor, ternura, miseria, armonía? ¿Cómo atrapamos en una imagen a la música, que ingresa por los oídos y nos transporta? ¿Se puede enlazar una sinfonía de Beethoven o un nocturno de Chopin en una imagen? ¿O el ulular del viento, el sonido del ambiente, el repicar de campanas, el canto de los pájaros? ¿Es posible descubrir a la música en una fotografía o en una pintura hiperrealista? Miles de imágenes pueden mostrar la hermosura de la naturaleza, pero ¿es esa la representación de la palabra belleza? Las palabras Dios, perdón, dolor, amor, ¿cómo se muestran? La pintura del Cristo de Velázquez, con su singular bella presencia, aún en el supremo dolor y la cruz de Salvador Dalí, vista desde arriba, con el genial dramatismo que supo imprimirle, son símbolos que serían difíciles de reproducir con palabras. Estas obras merecen ser vistas y apreciadas, en su total dimensión, con toda su carga expresiva y la espectacularidad que dos genios de la pintura han logrado imaginar y representar. Por otra parte, si por ejemplo digo la palabra: “zapatos”, tal vez vea en mi interioridad miles de ellos, de todos los modelos y colores, pero si veo el cuadro que nos muestra los zapatos de Van Gogh, descubriré un sin fin de razones  para distinguir: el cansancio, la pobreza, las fatigas de las luchas cotidianas, el dolor de unos pies agotados, ateridos, tal vez hundidos en el fango. Es que imagen y palabras muestran dos idiomas que se amalgaman sutilmente, para expresar el universo de sentimientos y emociones, de vida.  La contundencia de una obra realista, de una fotografía, puede destruir eltestimonio de las palabras. ¿Pero es posible encasillar en imágenes o en palabras toda la visión que la sola existencia nos depara? Palabras e imágenes pueden y deben ir unidas. Lo que muchas veces unas no logran expresar, se complementan con las alas de las otras. A veces, sólo hay que experimentarlo con todos los sentidos y con todos los latidos de los corazones.
(c) Elida Farini
Córdoba
República Argentina 

Elida Farini es escritora 


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