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sábado, 13 de agosto de 2011

Suplemento especial DIA DEL NIÑO - Magda Lago Russo



Descubriendo al “El Principito”





Lorenzo terminó la tarea escolar; se quedó en la casa pensando en leer un libro de la completa biblioteca de su padre. Con sólo doce años disfrutaba de la lectura como él. Esa media tarde se sentó en el sillón preferido de su padre y buscó en los estantes más cercanos de la biblioteca, un libro al azar.
De pronto sus ojos tropezaron con uno pequeño, lo toma en sus manos, sus hojas amarillentas, un poco ajadas, por el pasaje de varias manos.
Su curiosidad es mayor, al leer el título:

”El Principito” de Antoine de Saint - Exupéry.

¿Un libro de cuentos infantiles en la biblioteca de su padre? ¿Cómo podía ser si los suyos los guardaba en su habitación?”Antes de leerlo, comenzó a pasar las páginas, variados dibujos, de un elefante, un niño con un saco hasta los pies, una espada en la mano, una rosa en el cuello y una estrella en cada hombro “¡Qué raro parece de otra época!. En otra hoja, tres ovejas más adelante otro que al pie decía: “El Principito sobre el asteroide B612”.”¡Ah! ¡Es de extraterrestres!” Con apuro por saber de que se trata comienza a leerlo, su interés va aumentando a medida que se suceden las páginas. Así se entera de las aventuras de un niño, que viene de un lejano planeta, del tamaño de una cajita de juguete. Cuando llega a la tierra encuentra a un aviador abandonado en medio del inmenso desierto del Sahara porque su avión había sufrido una falla mecánica.”¡Qué bueno qué está!” comenta en voz alta.”Parece que conoce varios planetas, cómo cinco” Cada vez más su interés aumenta.”¡No! conoce dos más, el séptimo es la Tierra. “¡Cómo! narra las aventuras que tiene en los seis planetas antes de llegar a ella.” Estaba tan entusiasmado con la lectura que ya casi no distinguía las letras. Se había hecho la noche. Pronto sería la hora de cenar, de modo que abandonó la biblioteca con el libro que llevó a su habitación para seguir investigándolo. Pasó parte de la noche leyéndolo, pero sus párpados se cerraban, vencido por el sueño se durmió. Soñó que se encontraba sobre una esfera azul, rodeado de estrellas muy brillantes mientras se acercaba a él un niño cuyo cabello rubio resplandecía como el oro, le extendía una rosa y sin mediar palabra desaparecía. Al despertar al día siguiente no podía apartar de su mente al “Principito” Se promete a sí mismo que lo terminará de leer esa tarde y por mucho tiempo será su libro de cabecera, pues quiere recordar pensamientos como el que quedó grabado en su mente: “No se ve bien sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos “ Hablaría con su padre, quería saber la explicación.

(c)Magda Lago Russo

Montevideo
Uruguay

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