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jueves, 30 de septiembre de 2010

Acerca de los medios de comunicación de masas

(Buenos Aires)


                       Hace un tiempo una revista me pidió una reflexión acerca de los medios de comunicación de masas. Lo escribí pensando en que considero  importante la democratización de los medios de comunicación y de que cualquier ciudadano pueda expresarse a través de la palabra escrita, a través de la radio, de la televisión, o de internet. 

                       Según el Diccionario de las Artes de Félix de Azúa se define “media” en lugar de                                                                 mass-media “para ahorrarnos la expresión medios de  comunicación de masas”, dice. Otra terminología más exacta sería medios de formación de masas. Félix de Azúa elige así el término media ya que le parece preferible a medios, ya que medios en español, sugiere la existencia de ciertos fines, pero los media carecen de otro fin que no sea el de su propia expansión sin finalidad alguna. Son voluntad de poder en estado puro. También según el filósofo Félix de Azúa, los media son un horizonte. Prensa, radio y televisión son sólo el comienzo de un recorrido que se anuncia largo y sorprendente. Las autopistas de la información, las aplicaciones del ordenador personal y la difusión doméstica de los CD Rom van a transformar nuestra percepción del mundo mucho más contundentemente que la proclamación de los derechos humanos en el siglo XVIII, afirma el filósofo. Lo que no está en los media no existe actualmente y el concepto filosófico de “verdad” es irrelevante en la aparición de esta realidad. La realidad llamada virtual, que se encuentra en fase de experimentación posee todas las características necesarias para sustituir a la antigua realidad definida por los científicos. Por otra parte, Lev Manovich sostiene en el libro El lenguaje de los nuevos medios de comunicación, que los principios de los nuevos medios de comunicación serían: representación numérica, automatización, variabilidad y trascodificación cultural. Está distinguiendo en el libro los nuevos medios de los viejos. En diversos países ya se está utilizando la televisión digital y se ha interrumpido la transmisión a través de receptores analógicos. Es decir, estamos frente a una revolución mediática, que supone el desplazamiento de toda la cultura hacia formas de producción, distribución y comunicación mediatizadas por el ordenador. Es casi indiscutible, dice Manovich, que esta nueva revolución es más profunda que las anteriores y que sólo nos estamos empezando a dar cuenta de sus efectos iniciales. La revolución de la imprenta afectó sólo a una fase de la comunicación cultural como era la distribución mediática. En cambio la revolución de los medios informáticos afecta a todas las fases de la comunicación y abarca la captación, la manipulación, el almacenamiento y la distribución, así como afecta también a los medios de todo tipo ya sean textos, imágenes fijas y en movimiento, sonido o construcciones espaciales. ¿Cómo se decodifican los mensajes recibidos? En los medios interactivos el usuario elige sólo una parte de una obra total que ya existe. Los nuevos medios son la mejor expresión  que disponemos de la lógica de identidad de las sociedades industrial avanzada y posindustrial, que consiste en elegir valores en una serie de menús predefinidos. Escapar de esta elección solamente se puede lograr rechazando todas las opciones y la personalización, en definitiva cualquier forma de interactividad. Algo difícil de lograr, si, en palabras de Félix de Azúa estas tecnologías son capaces de ocupar la totalidad del tiempo de un ciudadano, cuando éste pueda leer las noticias en su pantalla, ver a su amante haciendo streap tease a través del teléfono, trabajar luego para su empresa en el ordenador del comedor, seleccionar más tarde un partido de fútbol entre ciento diez posibles partidos en las mil cadenas de televisión mundiales, asistir por la noche a un espectáculo pornográfico en directo con las diez top model del día antes de escuchar la ópera Wozzeck y conectar finalmente con la biblioteca de Washington  para tener en pantalla un papiro egipcio para cuando llegue su esposa, que es arqueóloga. Esto que parece tan humorístico no es más que el inicio de algo que está por venir y que todavía no sabemos en qué va a derivar. La calidad de la realidad definida artísticamente será la máxima que pueda permitir el sistema, lo que incluye, dice el filósofo, por ejemplo, el regreso de la inmortalidad, la cual no será difícil de programar dentro de las esperanzas democráticas a las que todo ciudadano tiene derecho.

© Araceli Otamendi

Bibliografía:

Félix de Azúa, Diccionario de las artes, Editorial Planeta
Lev Manovich, El lenguaje de los nuevos medios de comunicación, Editorial Paidós




  

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