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lunes, 2 de enero de 2012

La restauración de Villa Ocampo (archivo)






















foto: Villa Ocampo




(Buenos Aires) Araceli Otamendi






En el año 2003 se inició la restauración de Villa Ocampo. La primera etapa de los trabajos abarcó el jardín y el exterior de la casa así como algunos ambientes interiores y concluyó en marzo de 2005, cuando el sitio fue visitado por el Director de la UNESCO y fue habilitado para las primeras visitas. En esa oportunidad, pude recorrer la casa, el jardín y la planta alta donde aún no se habían terminado las obras de restauración.



Fue entonces cuando publiqué esta nota en la revista Archivos del Sur, que ahora reproduzco aquí, en el blog principal de la revista.












La restauración de Villa Ocampo










Después de diversos avatares, incluido un incendio, el legado de Victoria Ocampo, Villa Ocampo, se ha restaurado y podrá visitarse.
Victoria Ocampo donó su casa a la Unesco "para que sirva, en un espíritu vivo y para la promoción, el estudio, la experimentación y el desarrollo de actividades que abarquen la cultura, la literatura, el arte y la comunicación social" (del acta de donación de Villa Ocampo a la Unesco). El Proyecto Villa Ocampo de la UNESCO se puso en marcha en 2003 con el objetivo de realizar una conservación ejemplar de la casa, el jardín y los bienes, y abrir Villa Ocampo al público para visitas; y elaborar un proyecto cultural insertado en el mundo de la cultura en Argentina. El Director Ejecutivo del proyecto es Nicolás Helf, elegido por concurso en 2003. El proyecto debe ser fiel a la idea de hospitalidad que tanto practicó Victoria. En marzo de 2005 se completó la primera etapa de la restauración, lo que permitirá abrir las puertas al público en breve. A partir de allí, se pondrá en marcha el programa cultural que se complementará con nuevos trabajos de restauración que se irán haciendo en la casa.
La casona ubicada en San Isidro, es una imponente construcción que data de 1891 y que fue un proyecto del padre de la directora de la revista Sur, Manuel Ocampo. Me dispongo a recorrerla en un día otoñal. Cuando llego a la estación de Beccar en tren, se larga a llover y sé que veré una casa que ya pertenece a la leyenda y al mito: el mito de la revista Sur y el mito de Victoria Ocampo. Mientras, en el auto que me lleva a la casona, voy pensando en esa zona solitaria poblada con mansiones y grandes casas, con árboles frondosos, algunos todavía verdes y veredas cubiertas de hojas marrones, secas, doradas. A pocas cuadras de ahí está el río, estamos en Avenida del Libertador y falta poco para llegar y en el río muy cerca hay diversos clubes donde se puede disfrutar de la navegación a vela e incluso vivir, como el Boating Club. También voy pensando en el desfile que ví hace pocos minutos en el tren: un hombre sin piernas recorriendo los vagones en un carrito con ruedas y empujándolo con las manos mientras pedía limosna y enseguida, reemplazándolo, una mujer anciana y ciega que cantaba mientras agitaba un tarro de metal sacudiendo monedas.
La casa está protegida por un cerco abrazado con sus ramas y hojas por una enamorada del muro y está casi escondida en la cortada de la calle El Ortondo. Hay pocas casas que lindan con la Villa,
que ya se adivina imponente antes de entrar. Antes, desde Libertador hasta la entrada, el terreno pertenecía a Villa Ocampo.
Para que a nadie le quede la duda, en el frente de la casa dice Villa Ocampo. El jardín, también restaurado por un paisajista se ha arreglado de la misma manera que cuando su dueña vivía ahí e invitaba a destacados artistas e intelectuales.
Recorro el jardín con la guía de María de los Ángeles, la persona que me muestra la casa y me cuenta acerca de las refacciones.
El jardín, porque llovizna, está muy verde, vamos hacia el mirador que originalmente fue construido para mirar hacia el río. La vegetación lindera ha crecido mucho y casi no permite verlo. También hay en el medio una fuente que fue restaurada. Cada lado de la casa tiene detalles diferentes.
Victoria Ocampo fue a vivir a esa casa en 1940. Originalmente los interiores estaban pintados de colores oscuros que Victoria hizo aclarar.
Por fuera el color de la casa está entre el ocre y el amarillo y se ha logrado mediante veladuras.
En la planta baja hay una cocina que no es la que se usaba para cocinar la comida de todos los días, me cuentan. Se conserva el artefacto de cocina a querosén y tiene ventanas que dan al enorme jardín que rodea toda la casa. Villa Ocampo tiene luz eléctrica desde su origen, en 1891.Lo primero que llama mi atención son los techos altísimos y el aire de morada veraniega, porque inicialmente esa era su función.
Recorro los cuartos junto a María de los Angeles y muchas preguntas se me ocurren respecto al mito de Victoria Ocampo y de Sur.
En el comedor hay una mesa imponente y se conserva tal como cuando vivía Victoria, me dice la guía. En el recorrido por distintas salas veo cuadros de Prilidiano Pueyrredón, armarios chinos laqueados, paredes pintadas de blanco según el gusto de Victoria Ocampo, retratos de ella y de otras personalidades que visitaron la casa, un piano.
Un tapiz de Picasso, originalmente una alfombra, está colgado de una pared. María de los Ángeles me explica que Victoria lo tenía como alfombra hasta que un día, para preservarlo, lo colgó. Hay unas pocas naturalezas muertas, seguramente del gusto de la época.
También hay una estantería con libros que han sido donados.
En un pequeño hall de paso se puede ver el estampado original de la pared, recuerdo de la época.
Subimos a la planta alta, donde cada dos habitaciones hay un baño. Recorremos el cuarto y el escritorio de Victoria. Cada cuarto tiene su hogar. Salimos al balcón. Las enormes dimensiones, la cercanía del río y el hecho de que la casa nunca tuvo gas hacen pensar en cómo se sentiría el frío en invierno en ese lugar y cuánto costaría calefaccionarla. Después hay una sucesión de cuartos y baños.
En uno de los baños, se puede ver un resto de la pintura original oscura - antes protegido por un espejo o mueble - que no ha sido cubierta por el blanco con que fue pintada el resto de la villa.
En el sótano está la cocina original, una habitación habilitada ahora con mesas de café y sillas. A través de un montacargas que se puede ver se enviaba la comida hacia la planta superior. Seguramente para mantener la limpieza, el jardín y cocinar harían falta unas cuantas personas.
El recorrido ha sido amable, me despido de María de los Angeles y del hombre que me abrió la puerta y que cuida la casa y que dentro de poco será un museo y un centro cultural. Ahora llovizna y el jardín está muy verde y a lo lejos, se oye ladrar a un perro, seguramente de alguna casona cercana.




La revista Sur




Según el libro de John King, "Sur" -estudio de la revista argentina y de su papel en el desarrollo de una cultura 1931-1970" , "...Sur ayudó a trazar el curso de las letras argentinas en el siglo XX. Fue constantemente vilipendiada, y sin embargo, sus detractores no pudieron ofrecer ninguna otra estrategia duradera: "los modernizadores" de los sesenta estuvieron, de muchas maneras, repitiendo lo que Sur había logrado realizar durante los treinta y los cuarenta. Otra cultura que prestara más atención a los problemas nacionales y latinoamericanos, y más particularmente comprometida con opciones políticas radicales, era posible en otros países de la América Latina, pero surgió sólo débilmente en Argentina en ciertas coyunturas políticas: 1920-1929; 1966-1973...".
..."Se juzgue como se juzgue a la revista, Sur es una de las realizaciones más importantes de la vida cultural de la América Latina..."




Acerca de los colaboradores de Sur




Según el mismo libro, Adolfo Bioy Casares, Silvina Ocampo y Jorge Luis Borges, siempre trataron de permanecer al margen de la órbita principal de Sur, riéndose de muchas de sus pretensiones, especialmente de Victoria, que cultivaba a los grandes nombres de las letras contemporáneas, pero sí publicaron su obra principal en Sur, y por ello sus opiniones sobre literatura deben considerarse como un desarrollo importante dentro de la revista.




Borges




En lugar de la novela realista Borges propuso la literatura de fantasía y el cuento policíaco. Dos obras de ficción de su joven amigo Adolfo Bioy Casares recibieron crítica aprobatoria de Borges. La primera, una serie de cuentos cortos, Luis Greve, muerto , le parece a Borges una oportuna ruptura del tedio de gran parte de la literatura argentina. La facundia y la pereza criolla prefieren la informe "tranche de vie" o la mera acumulación de ocurrencias.







María Rosa Oliver





María Rosa Oliver nació en Buenos Aires en 1898 y murió en 1977.
Integró el staff de la revista Sur desde su fundación hasta 1958, año en que recibió el Premio Lenin. Fue una testigo privilegiada de los sucesos políticos ocurridos durante cuatro décadas.
Amiga de Waldo Frank y de Vinicius de Moraes, le escribía a Nelson
Rockefeller para protestar contra la política de Estados Unidos y fue una de las dos personas con quienes se entrevistó el Che Guevara en 1962, cuando estuvo de incógnito en la Argentina. Viajera del mundo, incansable pese a su problema físico - desde los diez años no volvió a caminar a causa de la poliomielitis- , desarrolló una carrera intelectual y política descollante. Escribió sus memorias divididas en tres tomos: "Mundo mi casa", "La vida cotidiana" y "Mi fe en el hombre". Publicó además una "Geografía infantil de la Argentina".







Algunos críticos







El libro de King menciona a algunos buenos críticos jóvenes que participaron en la última etapa de Sur: Ivonne Bordelois, Miguel Dolan, Silvia Molloy, Florinda Friedmann, Luis Justo, Edgardo Cozarinsky y Enrique Pezzoni, que comentaban las últimas corrientes de la cultura moderna. Estos colaboradores, dice, coexistían con cierta incomodidad, con las opiniones más tradicionales de González Lanuzza o con el pesimista análisis que Victoria Ocampo hacía del desarrollo de la cultura argentina.







El cierre de Sur




Sur abarcó medio siglo y unos 350 números.
Según King, el cierre de Sur y la muerte de su fundadora dejaron un vacío en la cultura argentina. Se están formando nuevas revistas literarias,dijo, y parte de su tarea consistirá en revaluar la labor de Sur, la principal revista cultural de Argentina en el siglo XX.
más información: http://www.villaocampo.org/



Bibliografía:
John King, Sur, Estudio de la revista argentina y de su papel en el desarrollo de una cultura, 1931-1970, Fondo de Cultura Económica
María Rosa Oliver, Mundo mi casa, Ediciones de la Flor







(c) Araceli Otamendi- Archivos del Sur - Todos los derechos reservados

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