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domingo, 12 de junio de 2011

Borges en su laberinto* por Alicia Poderti





(Buenos Aires) 

Borges en su laberinto es una Conferencia de la Dra. Alicia Poderti, pronunciada en el Centro Cultural Borges el 12 de febrero de 2009, quien gentilmente autorizó  su publicación para la revista Archivos del Sur. 






Resumen:

La conferencia "Borges en su laberinto" aborda las innovaciones que proponen los textos de Borges: del texto lineal tradicional al hipertexto simultáneo e interactivo. La escritura borgesiana se adelantó muchas décadas a los modos de escribir y leer occidentales. Su escritura laberíntica se relaciona con mitemas antiguos, pero también con una profecía acerca del mundo hipermediatizado.

Aún cuando Borges utilizó el soporte escrito, su literatura planteó la transformación que se operaría en el libro tradicional. Éste puede representarse geométricamente como una línea en un plano. El hipertexto de Internet, en cambio, es una esfera cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna. Una burbuja-laberinto que contiene infinitos itinerarios. Éstos pueden conducir a los lectores desde y hasta los fragmentos posibles de la imagen y la palabra.

Estas formas interactivas no lineales remiten a un Jorge Luis Borges quien, ya en su texto de El Jardín de senderos que se bifurcan, preanunciaba la hiper-realidad virtual, expresando:"Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas las posibilidades".
Y es que el texto del espacio cibernético concreta la fantasía de muchos lectores y escritores a través de la historia: el texto al que se puede entrar desde cualquier punto. La escritura de Borges, aún sin contar con las tecnologías cybernéticas, consigue cimentar esta realidad a través de estrategias que se descifran aquí.



Introducción

En esta conferencia nos proponemos indagar en la historia del “laberinto” a través de los tiempos. Para ello apelamos a la proyección de imágenes laberínticas provenientes de distintas vertientes culturales: orientales, occidentales, antiguas y recientes.

También interpelamos al público acerca de la idea de laberinto que ellos imaginan. Por lo general un espacio de opresión y asfixia. Una figura definida por la gente como un itinerario marcado por pasillos angostos, ángulos rectos e innumerables dificultades que deben  sortear para intentar “salir”. De allí la noción de “encierro” que implica para el público la idea de “laberinto” que ellos llevan como equipaje cultural y psicológico.

imagen de laberinto imaginada por los participantes




Exploramos entonces otras clases de laberintos, que no conllevan idea de opresión. Hay laberintos circulares, planos defensivos de antiguas ciudades. Otros modelos son  los espejos: (http://www.youtube.com/watch?v=OygNd4I4Pkk&NR=1), los juegos de ajedrez, la misma torre de Babel, laberintos armados con palabras (Lewis Carrol), espacios lúdicos, etc.

modelo de laberitno escritural . Lewis Caroll






Laberinto de Trojebörg (Ciudad de Troya, encontrado en una piedra de la localidad de Visby, Suecia).



Torre de Babel
(laberinto de lenguas)




  Plano de la ciudad de Jericó (obsérvese el sistema 
       envolvente de murallas) y la   circulación interna dentro
del sistema laberíntico de defensa
















Laberintos para juegos infantiles







Tablero de ajedrez. Otro modelo de laberinto



Llegamos así al laberinto de Internet, ya preanunciado por Borges en su diseño de la Biblioteca Total (el hexágono infinito). Este modelo de laberinto indica múltiples salidas y una noción de libertad amplia que des-contractura la idea de opresión que muchas veces construimos desde nuestras culturas.


Profecías: Borges y el hipertexto


Si bien Borges se definía como un escritor del siglo XIX (y ha pasado a la posteridad como uno de los más notables del siglo XX), no existe hasta ahora -en el siglo XXI- autor más citado en Internet, a la que podemos definir como la “biblioteca universal”. La primera aproximación a Jorge Luis Borges en el ciberespacio nos brinda una inconmensurable suma de páginas dedicadas a divulgarlo, esto sin contar los diversos sitios de discusión, las cátedras y estudios sobre su obra, que también existen en Internet.


Borges en un Hotel de París



Una pequeña experiencia de navegación, en tan extenso océano de páginas WEB, localiza más del 50 % en español, lo que contribuye a divulgar nuestro idioma. Podemos afirmar que felizmente no se cumplió aquel deseo de Borges de morir sin que nadie lo recordara.

Los efectos del desplazamiento de la "Galaxia Gutenberg" por la cultura de la imagen estudiados por Marshal McLuhan[1], continúan siendo de-construidos desde nuevos cánones críticos. El hipertexto de Internet no es lineal, podría graficarse como una esfera cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna, una esfera compacta y porosa, virtualmente atravesada por miles de palabras y por cientos de caminos que pueden conducir a los lectores desde los distintos fragmentos posibles de la imagen y la palabra. Esto forma parte del gran LABERINTO borgesiano que preanuncia su escritura.



Como expresa Robert Coover, ya en el año 1994, las novelas que comenzaban a construirse en el hipertexto eran como "estructura hiperficticia multidireccional de eslabones atemporales" (1994: 1). Esa forma interactiva no lineal del arte remite a Jorge Luis Borges, uno de los pioneros de la hiperficción: "Quizás, hipermediatizados y posmodernizados, vivamos ahora en un universo que de manera sospechosa se asemeja al Jardín de Senderos que se Bifurcan" [2].

Las cartas de navegación -que permiten desplazarse por el espacio más abarcante que jamás se haya conocido nunca-, no admiten tantas reglas como las que plantea el texto convencional. Cuando se navega por Internet no existe principio ni fin. La literatura y los libros han encontrado su sitio por excelencia en la red. También las bibliotecas virtuales ponen en contacto al navegante con los autores más variados y con esos textos clásicos de siempre que adquieren un barniz renovado.

Jorge Luis Borges, en su Jardín de senderos que se bifurcan preanunciaba esta hiper-realidad virtual: “Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas las posibilidades.”[3]

Labyrinth Borges





La biblioteca infinita


En La Biblioteca de Babel[4], Borges concibe un universo-biblioteca configurado por salas hexagonales, figuras geométricas que se proyectan a lo infinito. En torno a esta proyección de lo hexagonal, palpitan una red de relaciones entre el relato borgesiano y el pensar matemático. Tal es lo que nos propone, desde este segmento de TemakelClaudio Salpeter[5], profesor argentino de matemáticas, docente de análisis matemático de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Tecnológica Nacional de Argentina.    
El relato, ejecutado por un narrador anónimo, comienza afirmando que El universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales. Es dable suponer que estos hexágonos son regulares, es decir, tienen todos sus lados y sus ángulos iguales. Existen ciertos polígonos regulares que cubren, geométricamente hablando, todo el plano; esto es, puede rellenarse una  superficie con ellos sin que queden huecos. Sólo tres figuras logran esta hazaña: los triángulos equiláteros, los cuadrados y los hexágonos regulares. Unas líneas más adelante el texto recalca la forma hexagonal: los idealistas arguyen que las salas hexagonales son una forma necesaria del espacio absoluto o, por lo menos, de nuestra intuición del espacio.



Luego de hacer la descripción del universo, el narrador anónimo de La biblioteca de Babel confiesa haber peregrinado en busca de un libro, acaso del catálogo de catálogos (aquí remite a Las ruinas circulares). A continuación conjetura que la Biblioteca es interminable y, tras esbozar una teoría circular, da cuenta del número de libros, páginas, renglones y letras que hay en cada galería. En las letras del dorso de los libros y en las de las páginas hay inconexiones. El narrador, antes de exponer su solución a estos enigmas, indica que deben recordarse dos axiomas. El primero de ellos declara que la Biblioteca existe ab aeterno, de lo que se infiere la eternidad futura del mundo y que ella sólo puede ser obra de un dios. El segundo axioma dice que el número de símbolos es veinticinco. Los conforman la coma, el punto, el espacio y las veintidós letras del alfabeto. De este axioma surge la teoría general de la Biblioteca.
Ya habíamos mencionado la búsqueda del “catálogo de catálogos”. Este libro constituiría una paradoja de las matemáticas. Estos temas acerca de los conjuntos infinitos fueron tratados por Borges en “La doctrina de los ciclos” (Historia de la eternidad). En La cifra, el mismo Borges escribió un poema titulado Nihon. Su primer parágrafo dice: “He divisado, desde las páginas de Russell, la doctrina de los conjuntos, la Mengenlehre, que postula y explora los vastos números que no alcanzaría un hombre inmortal aunque agotara sus eternidades contando, y cuyas dinastías imaginarias tienen como cifras las letras del alfabeto hebreo. En ese delicado laberinto no me fue dado penetrar”.
Si la Biblioteca es infinita (como conjetura el narrador al final) entonces es cierto que toda reducción humana es infinitesimal. En La Biblioteca de Babel, el narrador busca el catálogo de catálogos. Borges utiliza esta idea infinitesimal en “El libro de arena”. Es posible, claro está, comprender toda la obra borgesiana sin ser un experto geómetra; sin embargo, creo que una cierta comprensión del álgebra, amada por el poeta argentino, otorgará un placer al menos diferente del habitual.


Biblioteca de Alejandría

La biblioteca de Borges es todas las bibliotecas, es la biblioteca infinita del ciberespacio y, yendo hacia atrás en el tiempo se asemeja, en parte, a la Biblioteca de Alejandría:



Un libro, todos los libros


Muchos críticos coinciden en afirmar que al leer a Borges se leen simultáneamente los textos de muchos: Schopenhauer, Poe, Cervantes, Unamuno... Leer a Borges significa leer a autores alemanes, ingleses, españoles, franceses, nórdicos, islandeses... es acceder a las obras de otro tiempo y otro espacio, fuera de las coordenadas temporales y espaciales en que esos textos nacieron.

Ernésto Sábato, expresa al respecto: “Cuando se hace una excavación en la obra de Jorge Luis Borges, aparecen fósiles dispares: manuscritos de heresiarcas, naipes de truco, Quevedo y Stevenson, letras de tango, demostraciones matemáticas, Lewis Carroll, aporías eleáticas, Franz Kafka. Laberintos cretenses, arrabales porteños, Stuart Mili, de Quincey y guapos de chambergo requintado. La mezcla es aparente: son siempre las mismas ocupaciones metafisicas, con diferente ropaje: un partido de truco puede ser la inmortalidad, una biblioteca puede ser el eterno retorno, un compadrito de Fray Bentos justifica a Hume.” [6]

Con respecto a Lewis Carrol, autor de Alicia en el País de las maravillas y otros muchos libros, podemos decir que este profesor universitario de matemáticas construyó uno de los personajes más maravillosos que ha creado la literatura universal: el de Alicia, y con ella, una herramienta que la literatura del siglo XX empleará en sus vanguardias: el non-sense: el absurdo.



Las páginas de Alicia en el País de las maravillas y Alicia través del espejo son, en resumidas cuentas, el «todo Alicia», aquellas que constituyen la médula de la narración carrolliana y de ese mito del absurdo lógico que es Alicia, convertida, con el paso del tiempo y gracias a las vanguardias, en un monumento al sueño, a la potencia onírica del ser humano, capaz de rechazar lógicamente la lógica y desprenderse con razón de las ataduras más férreas de la razón: ahí está la virtud mágica de Alicia: su sin-sentido tiene un sentido: el de rechazo de la armadura: racional, fácilmente sustituible, y con los mismos resultados, por otra armadura no menos lógica, asentada en la  libertad de relación entre palabras e ideas. 


El Espejo y el Ajedrez
Cuando leemos Alicia en el país del Espejo y la facilidad con la que la protagonista atraviesa este elemento, no podemos dejar de releer el texto de Borges, redactado en colaboración con Margarita Guerrero:
"En aquel tiempo, el mundo de los espejos y el mundo de los hombres no estaban, como ahora, incomunicados. Eran, además, muy diversos; no coincidían ni los seres ni los colores ni las formas. Ambos reinos, el especular y el humano, vivían en paz; se entraba y se salía por los espejos." [7]

Además de ingresar al mundo del Espejo, Alicia invade el del ajedrez. Es "jugadora": puede ver a las piezas, mientras éstas no la divisan a ella; pero apenas entre en juego, convirtiéndose en una pieza más, cambiará situación: las piezas verán a Alicia, y Alicia verá a las piezas de manera distinta.

La idea de que el mundo es escenario de una partida en la que somos piezas manejadas por una mano invisible es una antigua tradición y aparece en el poema AJEDREZ de Borges:



“Ajedrez” (El Hacedor, 1960)
En su grave rincón, los jugadores
Rigen las lentas piezas. El tablero
Los demora hasta el alba en su severo
Ámbito en que se odian dos colores.
Adentro irradian mágicos rigores
Las formas: torre homérica, ligero
Caballo, armada reina, rey postrero,
Oblicuo alfil y peones agresores.
Cuando los jugadores se hayan ido,
Cuando el tiempo los haya consumido,
Ciertamente no habrá cesado el rito.
En el Oriente se encendió esta guerra
Cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.
II
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
Reina, torre directa y peón ladino
Sobre lo negro y blanco del camino
Buscan y libran su batalla armada.
No saben que la mano señalada
Del jugador gobierna su destino,
No saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.
También el jugador es prisionero
(La sentencia es de Omar) de otro tablero
De negras noches y de blancos días.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza
De polvo y tiempo y sueño y agonías?


Los dos últimos tercetos son prácticamente una glosa de un texto de Omar Khayyám que dice: “Todo esto es un Tablero de Noches y de Días / Donde el Destino con Hombres como con Piezas juega. / Los mueve de aquí a allá, los siega, les da mate, / y uno por uno a la Caja los regresa”. Seguramente también Lewis Carroll conocía el 49° cuarteto de Omar Khayyám[8], libro descubierto y traducido al inglés por Edward Fitzgerald y muy celebrado por Tennyson y Dante Gabriel Rossetti, artistas que él frecuentaba.




El mundo de los sueños

"No ser un hombre, ser la proyección del sueño de otro hombre ¡qué humillación incomparable, que vértigo!" Las ruinas circulares de Jorge Luis Borges es la consecuencia literaria más hermosa del sueño del Rey Rojo. En la anécdota de Alicia, Lewis Carroll añade una posibilidad asombrosa: el Rey Rojo es a su vez parte del sueño de Alicia: ¿qué sería de él si ella despertara? ¿Se atreverá Alicia a arrancarlo de su sueño, para ver qué pasa?

Los profetas recordaban el futuro y lo hacían público como la Reina de Carroll. "La obra de Carroll" -dice Borges en el prólogo a este libro- "no es menos deleitable y hospitalaria que Las mil y una noches, y es asimismo una trama de paradojas de orden lógico y metafísico. (...) A primera vista o en el recuerdo, las aventuras parecen arbitrarias y casi irresponsables: luego comprobamos que encierran el secreto rigor del ajedrez y de la baraja, que asimismo son aventuras de la imaginación".


Conclusión: El vértigo cibernético
El aparente destronamiento del libro por el modem y el mundo digitalizado implica una ruptura con la historia y con la educación occidental, una quebradura en el proceso de lectura y escritura y, asimismo, la creación de una nueva utopía que se ampara en la ambición agigantada de inscribir la memoria colectiva sobre una superficie electrónica infinita



De acuerdo al trabajo publicado por Carlos Yusti, escritor valenciano, en la revista electrónica analitica.com[9] en junio de 2000, Internet es una metáfora soñada por Borges en el El libro de Arena[10] y cita a Álex Barnet quien escribe: …“Internet es la encarnación más próxima a esa visión sobre libros de infinitas páginas en constante cambio y bibliotecas sin principio ni fin que apuntó el genial Jorge Luis Borges en el libro señalado. Esta poderosa coincidencia entre las metáforas de Borges y la tecnología virtual y digital que sustenta Internet resulta sorprendente. Internet y la tecnología digital están cambiando el mundo de los libros y la manera en que estos se hacen, se distribuyen, se compran o se leen"

En el referido cuento de Borges se relata la existencia de un libro extraordinario, de un libro que contiene todos los libros. El relato (narrado en primera persona) se inicia con una enumeración típica de Borges: " La línea consta de un número infinito de puntos; el plano, de un número infinito de líneas; el volumen, de un número infinito de planos; el hipervolumen, de un número infinito de volúmenes... No, decididamente no es éste, more geométrico” (primer párrafo).

More geométrico: el libro de arena
http://www.youtube.com/watch?v=kVD35xuKd8g&feature=related

Luego el narrador pasa a relatar una tarde cualquiera. Con un hombre de gris que trae una valija en la mano. Es un vendedor de Biblia. Pero además trae consigo un libro extraño, adquirido en los confines de Bikanir. El común vendedor le entrega el raro ejemplar al narrador del relato. Este lo abre al azar. Las páginas le parecen gastadas y de pobre tipografía. Impreso a dos columnas a la manera de una Biblia. Le llama la atención que la página par tiene el número 40.514 y la impar 999. O como lo escribe el narrador de Borges: " Me dijo que su libro se llamaba el El libro de Arena, porque ni el libro ni la arena tienen principio ni fin".

Luego del diálogo con el vendedor (que recomiendo leer), el narrador concluye el cuento con un excelente final: “Recordé haber leído que el mejor lugar para ocultar una hoja es un bosque. Antes de jubilarme trabajaba en la Biblioteca Nacional, que guarda novecientos mil libros; sé que a mano derecha del vestíbulo una escalera curva se hunde en el sótano, donde están los periódicos y los mapas. Aproveché un descuido de los empleados para perder el Libro de Arena en uno de los húmedos anaqueles. Traté de no fijarme a qué altura ni a qué distancia de la puerta.

Siento un poco de alivio, pero no quiero ni pasar por la calle México.”

Casualidad o no, en el cuento citado de Borges, el protagonista cambia el monto de su jubilación y una Biblia de Wiclif, en letra gótica, herencia familiar, por El libro de Arena.
El libro de arena es, en muchos aspectos, una reescritura de La biblioteca de Babel. Si en aquel cuento Borges describía una biblioteca infinita, poblada por infinitos libros que contenían infinitas veces todos los textos posibles, en este cuento esa fantasía se expresa en un único libro. En la nota final de La biblioteca de Babel, Borges anticipa este cuento: “Letizia Álvarez de Toledo ha observado que la vasta Biblioteca es inútil; en rigor, bastaría un solo volumen, de formato común, impreso en cuerpo nueve o cuerpo diez, que constara de un número infinito de hojas infinitamente delgadas. (...) El manejo de ese vademécum sedoso no sería cómodo: cada hoja se desdoblaría en otra análogas; la inconcebible hoja central no tendría revés.”
Se determina que cada día se añaden a la red alrededor de veinte mil páginas web con los contenidos más disímiles. De forma paulatina Internet se ha ido convirtiendo en un verdadero “Libro de arena” con escrituras en cualquier idioma. De un portal se pasa a una página web y de allí se puede conectar con otra ventana y con otros muchos sitios. Cada vez que se navega por la red se descubren nuevos lugares, es decir: links, blogs, webs. Una nueva incursión en la red es por lo general una aventura inesperada ya que esta cambia continuamente. Las páginas se suceden de manera infinita y uno quiere navegar, explorar sin pausa. Entrar en Internet es, entonces, como abrir El libro de Arena construido muchos años antes por Jorge Luis Borges.



Otras referencias:

Borges, La biblioteca total, edición en CD room, 1996.

BORGES VIVE EN YOU TUBE

El episodio del enemigo
http://www.sitiosargentina.com.ar/notas/2006/noviembre/borges.htm

El libro de arena
http://www.youtube.com/watch?v=9PP0cXOvEno&feature=related

La luna, trad. italiano
http://www.youtube.com/watch?v=0aAQBcueZ1E&feature=related


[1] McLuhan, Marshall, La aldea global, Buenos Aires: Gedisa: 1991.

[2] Coover, Robert, 1994, Hiperficción: novelas para la computadora", en diario La Nación, Buenos Aires, domingo 13 de marzo, suplemento literario.

[3]  El jardín de senderos que se bifurcan” (1941), en Ficciones (1944).
[4] 'La biblioteca de Babel' es un cuento de Jorge Luis Borges aparecido por primera vez en la colección de relatos El jardín de senderos que se bifurcan (1941), colección que más tarde fue incluida en Ficciones (1944).
[5] Claudio Salpeter, “La matemática biblioteca de Babel”, temakel, http://www.temakel.com/artborgesbabel.htm. 
[6] Sábato, Ernesto, Uno y el Universo (1945), Reed. Buenos Aires: Seix Barral: 2003.

[7] Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero, " Animales de los espejos", en Manual de Zoología Fantástica, Fondo de Cultura Económica, México, 1957.

[8]  Escritor nacido en Nichapur, Persia, hacia el año 1040 de la era cristiana.
[9] http://www.analitica.com/va/arte/eneltiempo/default.asp
[10]El libro de arena” es un cuento perteneciente al libro homónimo de Jorge Luis Borges. La primera edición es del año 1975.


(c) Alicia Poderti

CONICET
Academia Nacional de la Historia Argentina


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